lunes, 30 de marzo de 2009

Internet mató al crítico de discos.



Es una opinión, ciertamente generalizada, que la información que se encuentra en internet está deslabazada, mutilada y en muchos casos basada en la inmediatez del medio. También los hay que abogan por buscar las fuentes de esa información antes de darle el visto bueno. Los hay todavía más reticentes que consideran que cualquier mequetrefe sin experiencia alguna puede abrir un blog y convertirse en el rey del mambo con sus opiniones descontextualizadas. Todo eso es cierto, ¿y?.

Repasando este fin de semana mi colección de discos me han venido a la memoria unos cuantos críticos musicales de este país que, en las páginas del Rockdelux o Ruta 66, propagaban a los cuatro vientos (y con una prosa cuidada al detalle) las magneficiencias de esos compactos que yo, por más escuchas que les dedico, jamás he conseguido encontrar. No creo que sea el único que siendo un aspirante a trabajador con sueldo digno ha dilapidado sus pocos ahorros en "pequeñas joyas pop" o " sudorosos ejercicios de rock musculoso" que han acabado en la estantería ordenadas alfabéticamente.

Eso ya no me ocurre. Gracias a internet suelo escuchar, antes de ir a la tienda, el disco y así decido si me interesa o no. Gracias a esta democratización sonora, he evitado engordar mi colección con trabajos bien honrados (hasta la exageración) en publicaciones especializadas y que después apenas han despertado en mi organismo un desganado bostezo. Sé que muchos críticos alzaran la voz en grito y reivindicaran su trabajo. No seré yo quién los crucifique. Sólo diré que gracias a ese acceso a todo tipo de música, su influencia ha mermado considerablemente, hasta el punto que hojeo (ya no leo) las secciones de críticas de discos más por interés informativo que por la opinión de las firmas. Es cierto que casi siempre será más interesante la opinión de una persona con el oído formado y varios años de experiencia melómana que la de un chaval que cree que el rock and roll lo inventaron Los Planetas. Pero precisamente esa osadía del segundo es muchas veces más estimulante que la arrogancia egocéntrica del primero.

Creo que urge una revolución en las revistas (y no sólo musicales). Un replanteamiento que las saque del aburrimiento en que se han convertido. No son tiempos de ombliguismo, ni juramentos de autenticidad. Por eso cada vez tengo más claro que el futuro de las publicaciones está en la red. Más concretamente en los blogs. Blogs de periodistas especializados. Gente cuyo criterio (coincidas o no) sea suficientemente atractivo para que te suscribas a cambio de unos posts mínimos. Sí, ya sé que estamos acostumbrados a que en la red todo sea gratis. Pero igual es que aún no ha aparecido el producto que, al menos, nos haga plantearnos que vale la pena soltar unos euros por una información y opinión interesante, en vez de pasar toda una mañana a golpe de click. Además siempre cabe la esperanza que alguna marca publicitaria invierta en ello.

pd.- Silver Jews encabezan esta entrada porque son uno de los pocos grupos descubiertos gracias a la escritura desacomplejada de un crítico de música.

jueves, 26 de marzo de 2009

Actor. Actriz. Maestro.

Actor.

He visto Escuchando a Gabriel (José Enrique March, 2007), una película que se malogra por una excesiva querencia academicista y por ciertas ansias poéticas, sobre todo en la parte final. Pero todo eso no importa porque en la cinta actúa Antonio Dechent. Soy fan incondicional suyo. De hecho si le he dado varias oportunidades (y siempre he acabado abandonando) a La familia Mata ha sido por él. Dechent podría estar encasillado por su físico y su voz corpulenta, pero su amplio catálogo de registros esquiva cualquier obstáculo que ello pudiera representar y acaba dimensionando su personajes, sea éste un hijo de puta o un padre que quiere devolverle los sueños a su hijo. Parece Dechent un actor de agallas, de impulsos, de sudores, de método personal. Nuestro Buscemi patrio. Pero a la vez tiene ese encanto de los secundarios españoles en blanco y negro como Manuel Gómez Bur o Rafael Alonso. Parece un actor generoso que exprime cada segundo que está en pantalla, mientras espera ese papel por llegar que lo acabe de reivindicar.

Actriz.

He visto Los años desnudos. Clasificada S (Félix Sabroso y Dunia Ayaso, 2008) y por un momento he creído que era una especie de remake de Días de cine (David Serrano, 2007). Sabroso y Ayaso parecían más interesados en reproducir iconográficamente aquellos años, que en profundizar a través del guión. Al final, no importa el período histórico en el que se desarrolla el film y si no fuera por el guiño con Susana Estrada, lo explícito del título o la dedicatoria de la cinta a las actrices del destape, podría ser contemporáneo.

Lo que no ofrece ninguna duda es la interpretación de Goya Toledo. Frente a una intermitente Mar Flores y una repetitiva Candela Peña, Toledo marca perfectamente los tempos de un personaje que se va autodestruyendo sin prisas, pero sin pausas. Creo que es una actriz infravalorada, que camina lastrando, por un lado su belleza y por otro sus amistades. Sin embargo, hay escenas en las que le basta con un gesto, una mirada, una palabra, para definir lo que siente su personaje. En La caja 507, Amores perros, Las 13 rosas, ... ya se pudo disfrutar de ella. Ahora hace lo que puede en la serie Acusados (Telecinco), mientras se acerca cada vez más a recoger el relevo de Victoria Abril.

Maestro.

Ya tengo en casa Pepe Isbert. Mi vida artística. Memorias. Su teatro, su cine, su época. (Nausícaä Ediciones, 2009), la reedición de los recuerdos de este magnífico actor que además inaugura Las Letras de la Filmoteca, colección bajo el techo y amparo de la Filmoteca de Albacete. Publicadas por Bruguera en 1969, estaban, desde hacía bastante tiempo, descatalogadas y parece ser que el empeño de Emilio Gutiérrez Caba ha sido determinante para que volvieran a ver la luz. Prologadas por Javier Cámara y María Isbert, es uno de esos libros que uno teme empezar a leer porque sabe que entonces está más cerca del final. Mientras me decido a hincarle el diente, lo he colocado al lado del volumen que editó el Ayuntamiento de Valencia en 1984, El cine de José Isbert, cuya edición corrió a cargo de Julio Pérez Perucha y en el que colaboraban entre otros, Luis García Berlanga, Ricardo Muñoz Suay, José Luis Guarner o Javier Maqua. Hoy tengo el corazón contento.

martes, 24 de marzo de 2009

Entrevista: Óscar Palmer.

Hasta hace poco más de un mes, mi embrutecida cabeza (por el balompié) relacionaba el apellido Palmer con un aguerrido lateral izquierdo que desembarcó en el Valencia procedente del rocoso Burgos, allá por los años 70. Ahora tal honor (en mi imaginería personal) recae en Óscar Palmer, responsable de la recién nacida Es Pop Ediciones, de cuyas dos primeras referencias (una biografía sobre Mötley Crüe y una radiografía de la industria porno americana) ya os hablé hace unas semanas. En estos tiempos de crisis de ideas, donde resulta un trabajo de espeleología encontrar algún artículo interesante, en las numerosas y clónicas revistas, que pululan por los kiokos, detenerse en su blog es un verdadero lujo. Eso sí, imprescindible acompañar su lectura de bloc y boli para no perderse detalle de los que allí nos cuenta.

Resulta curioso que las primeras referencias de la editorial estén centradas en la industria del porno y en las andanzas de un grupo de rock y que el manifiesto (¿fundacional?) de la misma esté encabezado por una cita de Nietzsche. ¿Es intencionado? ¿La mejor manera de definirse como editorial? ¿Un loable intento de huir del frikismo y apostar por la globalización de la cultura?
Lo del manifiesto es, hasta cierto punto, intencionado. Por una parte, Es Pop Ediciones va a estar centrada en ensayos y en libros biográficos, y la cita de Nietzsche define perfectamente al tipo de personajes que, espero, irán pasando por la colección. Por otra, me gusta el contraste. ¿Mötley Crüe y Nietzsche aunados en un mismo concepto? Pues sí. ¿Por qué no? Puede ser una buena forma tanto de subvertir expectativas como de apelar a un tipo de lector que huya de los prejuicios. En cualquier caso, todo esto son justificaciones un poco a posteriori. En última instancia, la editorial es una extensión de mis gustos e intereses personales, y como yo no veo ningún motivo para que Mötley Crüe y Nietzsche deban ser mutuamente excluyentes, pues tampoco te creas que me paré demasiado a pensar si era pertinente o no utilizar la cita. Me pareció acertada y no le di más vueltas. Curiosamente, con lo que más se suele quedar la gente es con lo de que "ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo", sin embargo a mí lo más importante me parece lo de que "el individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu". Y ahí sí que puedes ver el nexo común que une tanto a los integrantes de Mötley Crüe, como a los actores que se dedican al porno, como al propio Nietzsche: son individuos dedicados a labrarse un camino propio al margen de los dictados de la sociedad del momento. Da igual que lo consigan, que fracasen o incluso cuál sea su empeño; ya sólo esa voluntad de ser "diferentes" me parece que les hace interesantes desde un punto de vista narrativo.

En ese mismo manifiesto, al margen de nombres relacionados con las dos primeras referencias, citas a Johnny Cash, Charles Schulz, Sam Peckimpah, Robert Capa o Jim Thompson. ¿Son simples apuntes o alguno de ello se convertirá en el protagonista de las próximas entregas de Es Pop?
Algunos son apuntes, otros simples ejemplos y uno en concreto será el protagonista de la tercera entrega: Charles Schulz, el creador de Carlitos y Snoopy, cuya biografía, escrita por David Michaelis y aparecida el año pasado en Estados Unidos, ya estoy traduciendo. Una vez más, puede que a alguien le sorprenda seguir a Los trapos sucios y El otro Hollywood con la biografía de un dibujante como Schulz, pero en mi cabeza parece perfectamente lógico, ya que le considero otro ejemplo perfecto de individuo que lucha "por el privilegio de ser uno mismo". Como decía el propio Schulz: "Tener la ambición de hacer una tira diaria en aquel momento era considerada algo casi tan disparatado como querer ir a la luna". Y sin embargo, ya ves hasta dónde llegó.

¿Cómo nace Es Pop? ¿En qué momento surge en tu cabeza la posibilidad de que se convierta en realidad? ¿Qué tuviste antes claro: los primeros libros a publicar o la cuestión económica?
Hace tiempo que le venía dando vueltas a la posibilidad de publicar algo pero, más que cualquier otra consideración, lo que me preocupaba era tener por lo menos dos títulos que no sólo me gustaran sino que me parecieran de referencia, que prácticamente contaran como una declaración de intenciones. Hace tres años coincidió que me leí Los trapos sucios y El otro Hollywood con pocos meses de diferencia y los dos me parecieron perfectos para lo que pretendía, así que me animé a preguntar por la disponibilidad de los derechos, por curiosidad más que otra cosa, ya que, sinceramente, estaba completamente convencido de que no iban a estar libres. Fue cuando me dijeron que sí a los dos cuando me di cuenta de que no me quedaba más remedio que lanzarme, que no me lo iban a volver a poner tan a huevo en la vida, y a partir de ahí empecé a hacer números para ver cómo conseguirlo.

Una de las cosas que más se agradecen (al margen del tino en la selección de libros) es lo cuidado que está el aspecto visual de la editorial. Cuando conocí la existencia de la editorial, no se porqué absurda asociación de ideas, me vino a la cabeza la biografía que escribió Hernán Migoya sobre el escritor Charles Williams y que editó Glénat. Aquel volumen tenía un doble lastre: la maquetación y el descuido (o cutrez) hacia el aspecto visual del libro, que en algunos momentos limitaba el disfrute de su lectura. En tu blog, te muestras como un sibarita del buen gusto. ¿Tenías claro que al margen del texto, el aspecto visual iba a ser uno de los puntos fuertes de Es Pop? ¿Qué editoriales tenias en mente a la hora de abordar este aspecto?
Lógicamente lo más importante de los libros es el contenido y no vas a dejar de comprar un buen título porque el diseño sea feo o porque no te guste la portada. Ahora bien, una vez dicho esto, a mí los libros me gustan también como objeto, me gusta que los lomos sean agradables a la vista desde la estantería, me gusta que la portada sea apropiada para el contenido pero también atractiva por méritos propios, me gusta que cada libro desprenda una personalidad definida, me gusta que cuando le quitas la sobrecubierta haya algo debajo: un detallito, una tontería, lo que sea. Como editor me he limitado a darme la satisfacción de hacer un libro que me pudiera gustar como lector. En cuanto a editoriales que me hayan influido, no puedo nombrar ninguna en concreto, pero sí que recuerdo perfectamente el momento en el que me compré Book One: 1986 -2006, de Chip Kidd, y leí reproducido en su interior un manifiesto de Alfred A. Knopf, uno de los editores más importantes de la historia de Estados Unidos, que decía, entre otras cosas, lo siguiente: "Creo que los buenos libros deberían estar bien hechos, y yo intento darle a cada libro que publico un formato que sea distintivo y atractivo". ¡Y esto lo decía en 1957! A nosotros creo que todavía nos quedan muchas cosas por mejorar y muchos detalles por pulir, pero desde luego la de Knopf es una idea que suscribo por completo.

¿Qué criterio sigues a la hora de seleccionar los libros para Es Pop? Si descubres un volumen que, por catálogo, encajara en alguna de las editoriales para las que trabajas como traductor (Valdemar o Astiberri), ¿qué harias?
El criterio es muy sencillo: tienen que ser títulos que me entusiasmen, títulos que igualmente compraría y regalaría y recomendaría a mis amigos en caso de que los editara otro. Siempre, claro está, dentro de la línea que me he marcado para la editorial, la del ensayo y la biografía, no porque no me interesen muchas otras cosas sino porque creo que es conveniente, para un proyecto tan modesto y minúsculo como éste, tener un objetivo claro y una área del mercado bien definida. Por eso mismo, si hubiera un libro que fuera más apropiado para Valdemar que para Es Pop, preferiría traducirlo para ellos.

Revisando los puntos de venta de los libros de Es Pop que incluis en vuestra web, hay una amplia mayoría de tiendas de cómics o discos, ¿crees que ese es el hábitat propio de la colección? ¿Descartas que lleguen a otras librerías tipo Casa del Libro o Fnac? ¿Es una cuestión de principios, que las citada se quedan con más porcentaje o, simplemente, que esto está echando a andar?
Bueno, ten en cuenta que el listado que aparece en la web es una serie de librerías recomendadas en las que el usuario puede tener la seguridad de que siempre va a encontrar nuestros títulos, y las que aparecen están ahí bien porque se han puesto en contacto con nosotros o nosotros con ellas, bien porque tenemos afinidades comunes, etc. etc. Pero no son las únicas librerías en las que se venden. También están en grandes superficies y en otros puntos de venta. Dicho lo cual, yo siempre recomiendo la compra en librerías pequeñas, pero también hay que ser consciente de que para que un libro funcione ha de funcionar bien en todas las superficies.

Te defines como consumidor compulsivo de cultura. ¿En qué punto eso se convierte en una necesidad obsesiva o en un disfrute? Quiero decir ante una película, un disco o un libro, ¿lo puedes disfrutar o plenamente o la cabeza ya está pensando en lo próximo a devorar?
Yo creo que se puede disfrutar plenamente, cada cosa a su tiempo. Es verdad que ahora hay tanta variedad y el acceso es tan sencillo que en ocasiones puede incluso llegar a agobiar un poco semejante caudal de información, pero bueno, imagino que todos tenemos nuestros trucos para racionalizarlo y asimilar lo que de verdad nos importa.

"Los trapos sucios" es vuestra primera referencia. El hecho que sea una biografía de un grupo como Mötley Crüe, adscrito a un tipo de música muy concreto, puede frenar al posible lector a su compra. Incluso tú reconoces que antes de la lectura del mismo no eras gran fan de la banda. ¿Qué te lleva entonces a su lectura? Y ¿cómo convencerías, explicando con una frase lo que se va a encontrar, al posible comprador?
Yo a Los trapos sucios llegué porque me lo recomendó fervientemente un compañero del trabajo. Y si a su vez fuera yo el que tuviera que recomendárselo a alguien que no conociera a Mötley Crüe o incluso que les tuviera cierta tirria, le diría lo mismo que me dijeron a mí: "No has leído nunca nada igual". Como biografía de grupo, es modélica y a la vez rompedora; está estructurada de un modo sumamente original que hace que se devore. Por otra parte, no sólo intervienen los cuatro "Mötleys" originales, Nikki, Tommy, Vince y Mick, sino que también han dejado espacio para que den su punto de vista gente cercana a ellos, como productores, representantes y músicos que, en muchas ocasiones, no tienen nada positivo que decir, más bien al contrario. Eso le da al libro una pluralidad de puntos de vista que resulta muy enriquecedora. Evidentemente, si no te interesa para nada el rock o eres fácilmente impresionable, no te lo recomendaría en la vida, pero si quieres saber lo que es la vida llevada al límite y los extremos de decadencia a los que puede llegar a llevarte el estrellato, no encontrarás un libro más revelador e intenso que éste.

Utilizas, entre otras, una frase de César Martín (Popular 1) como reclamo de la calidad del libro. Una actitud, sin duda, cuanto menos, valiente y subversiva. ¿Cómo la calificarías tú?
Diría que es lógico. Popular 1 lleva aguantando en los quioscos el tiempo que lleva aguantando porque hay un número considerable de lectores que lo siguen comprando mes tras mes. Y los lectores de Popular 1, por intereses y afinidad, son probablemente un público perfecto para Los trapos sucios. Ninguna otra revista ha defendido a los Mötley como lo han hecho ellos. Que César Martín, sin conocerme de nada, accediera a escribirse una frase para la contraportada del libro únicamente porque le entusiasma la obra, me pareció un detallazo. Y repito: creo que está bien jugar con las expectativas, dar a entender que no, que esto no es un libro cualquiera, que esto no encaja cómodamente en el nicho en el que a lo mejor algunos lo querrían meter: puede que los lectores de César Martín no sean los de Nick Hornby, o viceversa, o puede que unos cuantos sí coincidan; puede que a algunos les parezca más atrayente una cita del New York Times que otra de la Rolling Stone, pero a mí todo eso me da igual, yo quiero venderles el libro a todos ellos, porque creo que tiene elementos para satisfacerles a todos, y por eso he recogido citas de fuentes que a lo mejor en un principio puede parecer que no casan demasiado, pero una vez más no me parece que sea incongruente.

"El otro Hollywood" es la segunda referencia de Es Pop.. Siempre me ha llamado la atención la publicación de libros sobre este género. No sé porqué pienso que el fan del porno suele ser pasivo y prefiere siempre conocer nuevas pelis y actrices /actores que indagar en lo que hay detrás. ¿Crees que el lector potencial del libro no tiene porque ser un visionador compulsivo de pelis X? ¿A tí te interesa el cine porno?
Más bien poco. Originalmente compré el libro porque me había encantado Por favor mátame, la anterior obra de Legs McNeil, centrada en la historia del punk. Y estoy convencido de que, como me ha pasado a mí, habrá muchos otros lectores que se van a sentir fascinados por todo lo que aquí se cuenta, sean consumidores de porno o no. El otro Hollywood lo que tiene de bueno es que no es una guía, ni una historia cronológica al uso. Es un libro que recoge experiencias vitales realmente interesantes y fuera de lo que la mayoría de la gente puede considerar lo común; algunas muy divertidas, otras muy perras, pero todas dentro de un entorno muy concreto que es el del cine porno. Pero el libro no es tanto una historia al uso del cine porno sino una crónica protagonizada por el elemento humano de la industria, los actores y las actrices que la levantaron, los agentes del FBI que les persiguieron, los que triunfaron y los que se quedaron en el camino. Vamos, que si resulta una lectura absorbente es porque habla de personas, no de cifras ni de años ni de títulos de películas.

La crisis, el ebook, la gente descargando todo tipo de archivos,... el panorama no era el más propicio para montar una editorial. ¿Tuviste en cuenta alguno de estos aspectos a la hora de seguir hacia adelante?
No. Tampoco creo que haya que darle más importancia. Basta con ser consciente de que las reglas del juego están cambiando. Decir que el ebook o las descargas puedan ser algo "positivo" o "negativo" para la industria me parece un error de concepto por la sencilla razón de que dichas categorías se establecen en relación a unos modelos de negocio diseñados para el mercado tal y como era hace treinta años y pensando siempre en la gran empresa. Humildemente creo que resultaría mucho más constructivo analizar a fondo cómo está cambiando el panorama tecnológico y las costumbres del consumidor y adaptar las estrategias de explotación comercial a esta nueva realidad, porque lo que es intentar adaptar una realidad tan cambiante como la nuestra a unas estrategias de explotación inamovibles es un esfuerzo destinado al fracaso. Al margen de que, en tu opinión, lo que esté pasando sea "bueno" o "malo" has de ser consciente de que el cambio está ahí, ya se ha producido, no va a desaparecer: por lo tanto, actúa en consecuencia.

Siempre se ha criticado a los sellos discográficos su tozudez en no bajar el precio de sus cd's. Sin embargo, pocas veces se le achaca lo mismo a las editoriales. Desde el punto de vista del comprador de libros, ¿cómo ves la situación en España? Y desde el punto de vista del editor, ¿Qué criterio has establecido para decidir el precio de tus referencias?
Como comprador, los libros me parecen en general caros. Pero también me parecen caros los tomates, los gin-tonics, los carabineros e incluso el menú del día, que en mi barrio al menos ha pasado de 600 pelas a 11 euros en menos de una década. El problema es que vivimos en un país, en términos generales, caro. Por lo tanto lo que debería importarnos no es tanto el precio del producto como si ese precio está justificado o no. Y ahora, hablando ya como editor, lo que sí que te puedo decir es que los libros de Es Pop no están en absoluto sobrepreciados. El problema de base es que el proceso de imprimir es caro, el papel es caro, el almacenaje es caro... Y cuando sumas todas esas cantidades y las divides por el número de ejemplares de la tirada, te encuentras con que te sale un precio por ejemplar demasiado elevado; es el principal problema de vivir en un país en el que se lee poco y que te obliga a hacer tiradas reducidas.

Si pudieras elegir un dibujante, un pintor, un ilustrador, un artista en definitiva (vivo o muerto) para que se encargara de la portada de uno de los libros de Es Pop, ¿a quién escogerías?
Francamente, no lo sé. Dependería del libro y de quién fuera adecuado para cada título en concreto. Creo que El otro Hollywood habría quedado visualmente muy interesante si hubiéramos utilizado el mismo concepto que tenemos ahora, pero en vez de usando fotografías encargándole una ilustración a Sonia Pulido. Por desgracia no había presupuesto para ello. En el futuro, ya veremos. De todos modos, debo decir que ya me considero tremendamente afortunado de haber podido contar con varios de mis dibujantes favoritos en el pasado para distintos proyectos: con Max y Ágreda, entre muchos otros, en Más Libros, un periódico sobre literatura que montamos hace años entre David Muñoz, Luis Bustos, Eduardo de Salazar y otros amigos; con Javier Olivares en repetidas ocasiones, tanto para Más Libros como para U; con Sequeiros para mi edición de Drácula en Valdemar, que hizo una portadilla interior preciosa; con Gallardo para la portada de La historia del Blues, un tebeo que coordiné para Siniestro Total... Y el logo de la editorial me lo ha hecho Gabi Beltrán, que me parece un fenómeno. Así que, sí, me considero muy afortunado. Y en el futuro, si surgen proyectos que parezcan indicados para ello, espero poder seguir recurriendo a dibujantes, lo que pasa es que así sin tener en mente un título apropiado para cada cual me cuesta decir nombres. Por ejemplo, siempre me ha flipado Robert Crumb, pero me pongo a pensar y no le veo ilustrando la portada de ninguno de los libros que por ahora tengo previstos. ¡Una pena!

¿Hay algún libro ya publicado en España que te hubiera gustado editar?
Varios. De hecho estoy preparando una serie de textos para mi blog recomendando unos cuantos. De buenas a primeras, el primero que me viene a la cabeza es Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos, la biografía de Philip K. Dick que escribió y que aquí publicó Emmanuel CarrèreMinotauro. O Algo que ver con la muerte, de Sir Christopher Frayling, una biografía de Sergio Leone realmente cojonuda.

¿Qué libro que no existe te gustaría editar?
Mi vida con Jennifer Connelly, unas memorias sentimentales, ja, ja, ja.

Es Pop basará siempre su catálogo en obras traducidas o editará también libros escritos ex profeso?
De momento vamos a tirar de traducciones, entre otras cosas porque como las hago yo mismo minimizo el coste y por lo tanto los riesgos. Más adelante, ya veremos. Si se dieran las circunstancias adecuadas, entre ellas que la editorial crece y llega a contar con la liquidez suficiente como para tratar bien al autor, que el tema encaja bien dentro de nuestra línea, que tiene potencial comercial y, sobre todo, que está excelentemente escrito, sí nos animaríamos. Pero eso me temo que aún queda lejos.

¿Tendría cabida en Es Pop un apartado dedicado a grandes desconocidos u olvidados de la cultura popular española como los directores Julio Coll o Eduardo García Maroto; el músico José Solá o el escritor Paco Candel o sus posibilidades comerciales serían nulas?
Tú mismo te has respondido. Si ya de por sí resulta difícil vender a los conocidos, imagínate a los olvidados. Con eso no quiero decir que no pueda haber material ahí para un buen libro. Pero muy bueno tendría que ser, y muy bien escrito tendría que estar, como para que resultara interesante como obra literaria al margen de su temática y para que pudiera atraer a lectores que de otro modo no se acercarían al libro.

Una curiosidad relacionada con tu trabajo como traductor: ¿No tienes miedo a expresar algo distinto a lo que el escritor quiso cuando lo escribió? ¿Le das muchas vueltas a las obras a traducir? ¿Indagas en aspectos del escritor que te puedan ayudar a entender sus escritos?
Miedo no. Prudencia, toda. Una cosa que no hago nunca es dar las cosas por supuestas, algo que me parece fundamental en este trabajo. Si una frase suena rara o algún detalle no encaja, nunca se me ocurre pensar que es cosa del autor, siempre asumo que es culpa mía y reviso lo que haga falta y me documento lo que haga falta hasta que encuentro la solución. Hacer lo contrario sería una imprudencia. Te pongo un ejemplo rápido. Recuerdo haber leído un libro en el que un personaje se comía un filete con "fritura francesa". Evidentemente, el traductor no debía saber que "french fries" es como llaman en Estados Unidos a las patatas fritas. Pero el problema no es no saber, porque lo que no sabes lo puedes aprender; el problema es asumir que la fritura francesa existe aunque tú no hayas oído la expresión en tu vida. Si alguna vez me encuentro casos similares, lo primero que hago es parar la traducción y ponerme a investigar. Si es una referencia, buscas la fuente; si es un modismo, buscas otros ejemplos. Afortunadamente, ahora con internet, encuentras las soluciones en apenas unos minutos. Puedo justificar que hace quince o veinte años, cuando todo pasaba por usar libros de referencia, visitas a la biblioteca o llamadas a los amigos en el extranjero, pasaran cosas de estas, pero hoy en día el que no se documenta es por pura pereza, y eso sí que ya me parece negligente.

miércoles, 4 de marzo de 2009

El Tío Serralto y los demás.

Ando enfrascado en la lectura de Donde la ciudad cambia su nombre (1957) de Francisco Candel (1925 - 2007) y estoy suribeyado. El libro es un fiel retrato de las Casas Baratas de Port, un barrio marginal de Barcelona que ya no existe y en el que sus ciudadanos parecen moverse a ritmo de golpes, reflexiones obreras, picardía y aires de far west.

Con un estilo directo, sencillo y limpio, Candel nos va presentando los variopintos personajes que pueblan aquellas viviendas en capítulos que, en un principio, se intuyen monográficos, pero cuyas andanzas se van cruzando a medida que transcurren las páginas. Huye el escritor de los recursos literarios que pudieran darle cierta gloria como escritor y cede todo el protagonismo a sus historias. Con una pizca de la economía expresiva de su admirado Pío Baroja; otro poco del humor negro de La Codorniz y un tanto de la crudeza de las novelas negras; la visita por este barrio y el comportamiento humano de los que allí viven se convierte en una suerte de viñetas o capítulos de una serie que se puede disfrutar individualmente o como una novela. Pero que nadie espere una reivindicación de los suburbios al estilo de las películas de José Antonio de la Loma. Candel se limita a contarnos las andanzas de estas personas, con sus miserias, sus momentos felices y sus fuertes dosis de violencia.