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Hace un año declaraba a El País que su programa nunca había caído en los vicios del amarillismo. Seguramente sigue pensando igual. Y ese patético reportaje que han emitido hoy sobre un edificio dónde se ejerce la prostitución; en el que se le preguntaba a los clientes lo que habían ido a hacer y la frecuencia; en el que azuzaban a los vecinos a pesar de que estos no se quejaran de molestia alguna; y en el que se frivolizaba con las prostitutas, ella lo entenderá como periodismo de investigación. Y así nos va.
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